Ya el premiado escritor y docente Pablo Montoya había abordado en Adiós a los próceres (Grijalbo: 2010) un retrato iconoclasta de nuestros héroes independentistas, usando la imaginación abrazada a la invención apócrifa, con el uso de una demoledora ironía, que, sin embargo, respeta a varios de retratados (Antonia Santos, Manuela Sáenz). En este caso, Pernett no tiene consideraciones por los gobernantes, y, como historiador, documenta y mantiene la imaginación bien controlada, ya que con su ironía, humor y atrevida escritura no deja títere con cabeza. Mandobles aquí y allá, en una actitud iconoclasta tan afín al derribo de las estatuas que vimos en occidente hace poco tiempo, para contar una historia del país más trágica que, a pesar del tono humorístico, cómica.