Esta última entrega de la Trilogía de las Mujeres, de Gonzalo Mallarino, es una bella metáfora de la vida. María Gabriela Meoz es filósofa. Tiene setenta años y es viuda de Samuel, su marido que murió en un terrible accidente. Desde hace años la vida se le ha pasado entre sus clases en la universidad y la ventana que da a un parque por el que transcurre la vida. La melancólica Malela, sin embargo, tendrá un encuentro que le torcerá el destino. El fantasma de una mujer de veinte años -que quizá pudo ser ella misma- se le aparece un buen día para revelarle un secreto: su muerte, causada por una injusta separación, se produjo de manera injusta pues su amante, jamás supo de su destino. Entre lo gótico y lo anecdótico, esta breve novela de Gonzalo Mallarino se pregunta por asuntos que no muchos piensan: ¿qué significa el amor cuando se entra en la senectud? ¿Por qué el destino de los padres termina, sin remedio, en manos de los hijos? ¿Está condenado quien llega a los setenta años a ver pasar la vida por una ventana o puede atraverse a vivirla? Con un lenguaje sencillo, cercano, el escritor de la Trilogía Bogotá, cierra otra triada de novelas protagonizadas por mujeres: Canción de dos mujeres (2017), que será publicada el año entrante, y Matrimonio (Andanzas, Tusquets, 2020) y que no guardan una continuidad entre sí, sino un atmósfera en donde lo femenino es una indagación, una voz de la consciencia que aparece y que cuenta como si estuviera hablando, como si se dirigiera al lector. Entre la soledad y el dolor de la pérdida, y la esperanza de las apariciones y los milagros, esta novela nos recuerda porqué el amor es el hilo que teje nuestra vida.