Nada detenía nuestra danza es una novela que subvierte los estándares de la narrativa convencional. Sus personajes no llevan nombre propio, sino escuetos y dolorosos vínculos afectivos: Hija, Tía, Madre. El tiempo se acumula en la carne de quienes cuentan y padecen. Recordar es enfermar y olvidar es trastocar episodios que legaron miedos, luchas y esperanzas. Las historias contadas invocan la selva, el Pacífico y el Caribe colombianos, una África imaginada, las calles de una ciudad europea o los pasillos iluminados de un hospital siquiátrico, acaso el único lugar real.