Sí, otras frescas, nuevas maravillas hay en el libro Los ojos que me nombran, en la voz, vale decir en las palabras, de Lucía Donadío, esta amiga nuestra y de todos que vuelve con su hermoso gesto de la poesía. Poesía con mayúsculas para feliz contraste con su dulzura, esa delicadeza mediterránea que trae desde Italia, su otra patria, la de sus mayores. Este nuevo libro renueva su vocación de poeta, de creadora de atmósferas sutiles que nos llevan dócilmente a otras esferas. Lucía cumple con uno de los mandamientos para los artistas, y especialmente para los poetas: enseñarnos el rostro de la felicidad. Aunque, como ella misma anota en sus versos y en sus conversaciones: nunca olvida esas apariciones, tal vez no deseadas, de una tristeza que también es parte de este viaje que todos hacemos mirando siempre las dos caras de la moneda. Esta moneda con sus diversos matices, todos ellos, parte de nuestro combate por lo que seguimos llamando el arte, la vida, la poesía.