Decía Hamlet en Hamlet: u00abNada de eso; los augurios se rechazan. Hay singular providencia en la caída de un pájaro. Si viene ahora, no vendrá luego. Si no viene luego, vendrá un día. Todo es estar preparado. Como nadie sabe nada de lo que deja, u00bfqué importa dejarlo antes? Ya basta.u00bb Claudia González Caparrós parte de esta cita de William Shakespeare, y de este pensamiento: la anticipación, la futuridad. Que sea algo que todavía no es. Un horizonte que se muestra a la vez posible e imposible; lúcido, misterioso.Desde ahí se escribe Los augurios se rechazan: desde el lugar de los presentimientos, las amenazas, los enigmas. u00bfExiste lo que aún no existe, pero se adivina que vendrá? u00bfQué relato se construye? u00bfQué idea nos brinda su posibilidad? Y desde ahí u2014tambiénu2014 escribe Claudia González Caparrós estos poemas: desde la memoria y la forma en la que contamos los recuerdos, quizá no discursiva, sino un vínculo de presente a pasado que orilla u2014o pausau2014 las posibilidades de la palabra y se adentra en las del cuerpo.Un libro con el que nos preguntamos sobre ese conocimiento ajeno a lo linguu0308ístico u2014no se puede decir, no se sabe cómou2014 que de alguna forma se encarga y nos moldea, define nuestros movimientos y nuestras decisiones, sitúa una narración propia. Las intuiciones, las profecías...Lenguaje, y realidad, y certeza, y lenguajes y realidades y certezas: después de Si la carne es hierba (Sully Morland) y te miro como quien asiste a un deshielo, dos de los libros más reveladores de los últimos años, Claudia González Caparrós rechaza los augurios, cuestiona la manera en la que decimos el tiempo y lo pensamos.