En 1863, en el momento más crítico de la Guerra Civil Norteamericana, los miembros de la misión diplomática que el presidente Lincoln envió a Santiago de Chile se transformaron en los inesperados héroes de una de las tragedias más sobrecogedoras de la historia mundial contemporánea: la muerte de más de dos mil mujeres atrapadas y calcinadas en el incendio de la Iglesia de La Compañía. Esta catástrofe sin precedentes llegó a las portadas del New York Times y desató condolencias de autoridades internacionales, pero dado el fuero eclesial de la época que protegía a sacerdotes de cualquier investigación civil, se cerró el hito como un simple accidente y las víctimas jamás obtuvieron justicia. ¿Fue un accidente realmente? ¿Hubo premeditación o hubo negligencia?