En el origen fueron la oscuridad y las tinieblas; de algún modo, ese origen permanece junto a nosotros. Tiene la forma del misterio, el enigma frente a lo sobrenatural. Los silencios de la noche, las presencias invisibles que nos rondan no se han ido ni se irán. Quizás esto explique la fascinación que producen desde tiempos inmemoriales los cuentos de fantasmas. Caben las preguntas: ¿por qué los leemos? ¿Para asustarnos? ¿Para estar preparados ante una experiencia fantasmal real? ¿Para reforzar nuestro deseo de saber que la vida no termina con el fin del cuerpo mortal? Probablemente, por todas estas razones. También, sin duda, por la deslumbrante calidad de muchas de estas narraciones.