El mensaje estaba claro: No dejes que muera. Vamos hacia allí. Kiva contuvo la respiración; esas tres últimas palabras se repetían en su mente. Vamos hacia allí. Vamos hacia allí. Vamos hacia allí. Ya no era una promesa vaga de algún día, sino algo inminente. Su familia iba a buscarla. Al fin, tras tanta espera, iban a buscarla. A Kiva pero también a Tilda. Irían por la reina rebelde. Kiva Meridan tiene diecisiete años y ha pasado la última década luchando por sobrevivir en la famosa cárcel letal de Zalindov y trabajando como sanadora