En La risa del sol aparecen en un principio las visiones de una niña, sus experiencias iniciales, sus primeros amores, frustraciones, asombros y grandes y pequeños dramas, que se van extendiendo, sin pausa ni prisa, hasta convertirse, a lo largo de algunos años, en una especie de educación sentimental y de crónica de los avatares de una familia judía con personajes disímiles y ricos de matices: la abue, la entrañable Sara, el artista Óscar, el padre de tristes ojos, la madre agria, el tío Jacob, siempre presididos por la voz de la narradora. Una voz asordinada, experta en contenciones, en el hábil empleo de la mot juste, en el deliberado y logrado intento de no expandirse. Tania, la que habla, nos entrega, sin excesivos dramatismos, los obstáculos de una vida. También, sin excesivas elocuencias, sus placeres y hallazgos. Y, sin excesivo dolor, la ilusión de un primer amor que supone imposible, y que tal vez no lo sea. Esther Fleisacher, cuentista, poeta, novelista, editora, presenta en estas cortas páginas una pequeña joya narrativa, admirable en su justeza y sobriedad, capaz de dar en tan breves trazos una elocuente visión del mundo, de un mundo que, de algún modo, es el suyo. - Elkin Obregón