¿Qué hacer cuando la incesante belleza nos desborda? Esta pareciera ser la pregunta esencial que se hace Oreste Donadío. La respuesta es su poesía, una de las más logradas en nuestro ámbito. Fascinados por la luz, por esa lumbre inmóvil que es un trasunto de la esperanza, estos poemas van a la infancia y rememoran dolorosas raíces, celebran con una vitalidad plena la naturaleza y el cuerpo y el deseo y entran en las ácidas heridas de la derrota. Al terminar este recorrido nos queda, como una dádiva, la certeza que nombran estos versos:
Y el hombre, un alma noche adentro
de invisible resplandor enamorada.
Pablo Montoya