Los poemas de este libro siguen un movimiento truncado. El lodo, las voces que dudan y la putrefacción dificultan pensar en un recorrido, en desplazamiento; se vuelve evidente la tensión entre las expectativas y los miedos que las imposibilitan. Para crear esta atmósfera, Juan Ignacio toma como escenario un hecho histórico que, a su manera, resuena con otros espacios y sucesos que han marcado América Latina. Así, el presente y el pasado se pisan para hacer de un sueño una experiencia real, propia, y señalar el fracaso del conquistador