Desde el recuerdo de su infancia, Martina cuenta los días en los que se sintió abandonada en una finca. Con la distancia que solo da la adultez, compara la vida de ella y sus primas, citadinas todas, con la de Alberto, un niño que vive en otro mundo lleno de peligros y obstáculos imposibles para ellas: el campo. Esta es una historia en la que la inocencia les permite a los protagonistas aterrarse de las brujas, los fantasmas y los perros invisibles, y esa misma inocencia los protege de los verdaderos horrores: la muerte, la explotación y el abandono.