"Este libro es el primero que considera el legado del escritor y crítico cultural Mark Fisher. Su punto de partida es el momento en que un grupo de sus alumnos de posgrado recibe la noticia de su suicidio. Afectado por el vacío de la pérdida, Matt Colquhoun, uno de esos estudiantes, logra hilvanar un texto elegíaco, híbrido, a medio camino entre la memoria coral y la investigación teórica. ¿Pero puede ser la muerte el punto de partida de algo? ¿De qué? El espacio de duelo abierto entre colegas, compañeros y amigos tras esa dolorosa jornada de 2017, la experiencia de un padecer colectivo y de un sentido de solidaridad renovado que se expresó en eventos conmemorativos, conversaciones después de hora en el campus universitario y noches de baile melancólico, se convierten en la incitación ideal para el abordaje de uno de los mayores interrogantes fisherianos: ¿qué tipo de lazos comunitarios podemos todavía cultivar bajo las formas atomizadas de existencia contemporánea? Esta cuestión, de una urgencia que se manifiesta hoy tanto en la alarmante propagación de subculturas neorreaccionarias como en la impotencia de la izquierda para producir sentidos comunes más allá de las reivindicaciones identitarias, es central para considerar las vías de escape de las estructuras sociales hegemónicas. Es siguiendo este espíritu que Colquhoun nos propone valorar el aporte de Fisher sin acudir a la figura canonizable del autor. Deja que hablen a través de él las fuerzas impersonales que siempre intentó evocar, acentuando su capacidad para tejer redes y pensar con otros. Al revivir sus días como estudiante renegado miembro de la Unidad de Investigaciones sobre Cultura Cibernética, sus años como agitador en la blogósfera, o la resonancia afectiva que impactó en personas como Simon Reynolds, Sadie Plant o Kodwo Eshun, este libro mapea los diferentes umbrales de canalización colectiva mediante los cuales Fisher intentó escapar del realismo capitalista. "