Supongamos, propone el autor, que los sapos fueran niños y los niños fueran sapos. Y sobre esta divertida suposición, Ivar Da Coll hace una encantadora historia en la cual las ilustraciones son parte integral del relato. Esta historia invita también a los lectores a reflexionar un poco sobre el tratamiento que los humanos damos, a veces, a los animales. Como en todos los libros de Ivar Da Coll, la ilustración ofrece una lectura adicional a la que indica el texto, logrando así un libro ilustrado de gran riqueza.